Todo comenzó en (1997), cuando un experto en informática Reed Hastings, olvidó regresar una película que había alquilado. Al suceder esto, tuvo que pagar una multa con una cantidad realmente elevada: 40 dólares, que si hoy tuviéramos que pagar eso, nos dolería bastante, y de manera obvia en ese entonces era una cantidad demasiado fuerte por un simple descuido.